Una vez que logré posar mis pies sobre el ardiente asfalto de la avenida Cabildo, observé un coche de la línea 152 detenido en el semáforo. Sin pensarlo, corrí rápidamente hacia el transporte y ascendí por la puerta delantera, que ya empezaba a poblarse de frustrados viajantes subterráneos.
Luego de sacar el boleto de la máquina expendedora y encontrar un lugar libre de codos amenazantes y pisotones traicioneros, surgió una imagen en mi cabeza que ya se había materializado en ocasiones anteriores, durante largos viajes en el 60. La ocurrencia no es genial pero si muy clara y presenta a los colectivos como cosechadoras de gente.Si uno se imagina a la ciudad como un gran campo de gente, la analogía no es descabellada sino bastante directa. Imaginen que un grupo nutrido de personas en una parada de Constitución son perfectas espigas de trigo. No faltará mucho para que un 39 endemoniado las arranque de cuajo, las maltrate durante su recorrido quitándoles lo mejor de sí -buen humor, energía, espirítu emprendedor, cordialidad- para abandonar los restos maltrechos en algún punto del trayecto, al igual que una segadora mecánica descarta tallos y hojas.
2 comentarios:
Muy bueno el articulo de hoy
Rudolph
Gracias por visitar y comentar en mi blog. Visité el tuyo, buenos artículos y en otros casos exelentes imágenes! te visitaré!
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