Las palabras revolución y consumo generalmente son vistas como contradictorias. El revolucionario arquetípico se ubica lejos del consumo y el consumista prototípico está alejado de cualquier revolución. Sin embargo, la combinación de los dos conceptos nos puede llevar a realizar un cambio radical. Si cada persona es conciente del poder que tiene al elegir los productos o servicios que consume las empresas revisarían seriamente sus conductas.
Consumir productos de empresas éticas, que respeten el medio ambiente y no exploten a sus empleados es un primer paso para comenzar a equilibrar la balanza de la desigualdad. Hace un par de meses, en un encuentro de la ONG Interrupción*, que se dedica a temas de Responsabilidad Empresaria, el genial publicista Carlos Bayala dijo que la batalla para que las empresas sean responsables ya está perdida. Los responsables del cambio ahora somos los consumidores. Para lograrlo, propuso realizar una campaña viral que comience con una manzana de algún barrio porteño para observar los cambios que produce el consumo responsable y luego replicarlo con la lógica de los virus. Me parece pretencioso pero muy innovador y creo que vale la pena intentarlo.
Para quienes estén interesados en el tema pueden realizar las siguientes búsquedas en google y encontrarán mucha información: consumo responsable, consumo ético, comercio justo, comercio solidario, consumo verde.
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