miércoles, noviembre 19, 2008

"La regalo de verdad"


El hombre entró al vagón pronunciando su extraña renguera. Con el pie izquierdo pisaba de manera normal pero con el derecho lo hacía con la punta del pie, girando el tobillo y acompañando todo el movimiento con un impulso hacia arriba, como ejecutando un saltito. Más que una dificultad para caminar, la coreografía se asemejaba a la técnica que utilizaba el ex capitán de Los Pumas, Lisandro Arbizu, para eludir a los rivales.

No era muy difícil darse cuenta de que el mendigo era un falso rengo. De hecho, para ejecutar esa técnica sin cesar es necesario tener el estado físico de un deportista olímpico. Pero no es la variedad de la renguera lo que me llamó la atención. Si bien su argumento de limosna se basaba en la dificultad física, y en su discurso mencionaba una operación de US$ 9.500, toda la estrategia de recaudación estaba anclada en la culpa.

Así como Gonzalo Seibane desmenuza con maestría a esta tribu urbana en su novela Ramal Mitre, luego de viajar con regularidad en transportes públicos desarrollé cierta habilidad para identificar las distintas técnicas que utilizan los mendigos para conmover el alma o el sentimiento de culpa de los pasajeros. El falso rengo recorría el vagón dejando una gargantilla en la falda de cada viajante. A la hora de volver a pasar para retirar la recaudación remarcaba enfáticamente que la bijouterie era un regalo, "un humilde obsequio que los pasajeros se merecen".

Así, cuando alguien hacía ademán de devolver el presente enfatizaba "la regalo de verdad", casi como un grito destinado a despertar el remordimiento del auditorio. Mucho más depurada que la renguera, la retórica le permitió recolectar varios billetes de dos pesos y alguna que otra moneda pesada. Al finalizar su faena, descendió del vagón añorando volver a ver al pasaje una vez que su afección esté curada. Dicho esto, puso un pie en el andén y comenzó su marcha lenta, pero obviando el saltito con el fin de preservar energías para el siguiente tren.

1 comentario:

Anónimo dijo...

simepre me llamó la antención el arte de los mendigos de trenes ybsubtes