domingo, septiembre 30, 2007

Que lo parió

Hasta el viernes pasado, no tenía reparos en afirmar que el ballet era un arte que no me conmovía. Lo decía con sinceridad y siempre aclaraba que podía apreciar el virtuosismo en la técnica pero que eso no llegaba a movilizar mi sensibilidad. También lo aseguraba con una dosis de ignorancia ya que mi única experiencia con el ballet en vivo había sido cuando tenía 25 años, en Londres, y en un espectáculo que hoy puedo reconocer como insulso. En aquel frío invierno londinense de 1999, ni la majestuosidad de la London Opera House ni la corrección del London Royal Ballet lograron cortar aunque sea por un segundo mi aliento en su interpretación de Las cuatro estaciones.

Con esa predisposición asistí el viernes pasado al Luna Park a ver la última presentación de Julio Bocca en su carrera. Ni bien ingresé al "palacio de los deportes" por un momento tuve la sensación de estar ocupando un espacio que no merecía. Cómo cuando uno ve las imágenes por TV de un gran acontenicimiento deportivo y cuando enfocan a las tribunas piensa si esa señora cincuentona que aparece en cámara será conciente de lo que está viendo. Si bien muchas veces había tenido la intención de ver a Bocca bailar, por alguna razón u otra siempre esos planes se frustraban. Y por esas cosas del destino estaba sentado a pocos metros del escenario en una de las presentaciones más importantes de su carrera.

Debo decir que mantuve mi visión acerca del ballet hasta el intervalo. La obra (El lago de los cisnes) había transcurrido con una excelente performance de los bailarines y en una escenografía impactante pero hasta ese momento, Bocca sólo había tenido unas breves intervenciones en las que se lucía la protagonista femenina de la obra. Incluso cuando un desubicado gritó desde el pullman "¡¡¡Qué baile Julio Bocca!!!" reprobé la conducta pero compartí el contenido.

Toda esta introducción tiene sentido para explicar que en el instante en que Julio Bocca comenzó a bailar en serio, todas las teorías que había construido y las que pensaba reforzar se esfumaron. La vanidad intelectual y la caradurez de opinar sin la experiencia necesaria se destrozaron ante la prepotencia de la perfección. Bocca logra cortar la respiración de los espectadores con la misma facilidad con la que "flota" sobre el escenario. Por eso el título "mendietesco" que más de un crítico de ballet debe haber querido utilizar para empezar a contar su crónica de lo perfecto.

2 comentarios:

Anamaria Mccarthy dijo...

El ballet es una forma de arte muy antigua pero que sigue haciendo historia. Estoy de acuerdo, no es lo mismo ver bailar a un cuerpo de ballet de cualquier compañía en el mundo, que ver bailar a Julio Bocca, barishnikov o cualquiera de los grandes bailarines que hicieron historia dentro del ballet.

Anónimo dijo...

El Arlequín era excelente, Viva sabés quién es??? Julio Bocca esta en orta dimensión. Pero el arlequín 10 puntos.
Maju