jueves, mayo 11, 2006

Engaña pichanga


El movimiento fue muy rápido pero no alcanzó para que no me diera cuenta. La estrategia estuvo bien pensada. Pasar los billetes y las monedas de manera intercalada. Mirar y hablar con el compañero mientras completaba la faena. Jugar con el apuro de la gente de la cola a favor.

Sin embargo, no sé por qué razón me di cuenta de que algo estaba mal. No soy una luz para los números ni un obsesivo del dinero. Pero mi instinto detectó algo raro y efectivamente el boletero de la estación Tribunales de la línea D -que corresponde a la entrada ubicada en Libertad y Tucumán- me había dado un peso de menos. Se lo dije y con displicencia soltó la moneda faltante en la cuna de metal que cobija los vueltos. Lo hizo con un gesto pétreo, como acostumbrado a los desenlaces negativos de su engaño.

Es increíble como hay gente que vive pensando artilugios para sacarle una diferencia a todo, para quedarse con un vuelto con cada cosa que hacen. El único consuelo es pensar que algún funcionario o juez corrupto pueda sumergirse en la boca equivocada y encontrar cotidianamente una escasa venganza para sus fechorías.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen título para el post. Y que caradura el tipo, yo le hubiese tomado una foto y colgado en mi blog.

Guillermo Schulmeier dijo...

parterna: muchas gracias. No tenía forma de escracharlo.

Saludos

Anónimo dijo...

sabemos donde subis y bajas.
sabemo donde vivi.